13:21 | Autor: Daniel Aréchiga
Hoy es un día importante para mi, aunque no suelo celebrar mucho mis cumpleaños, siempre son días para reflexionar y analizar lo que ha pasado en el año, así como un buen pretexto para pasarlo bien con la familia y amigos.

Es bien sabido que nuestro tiempo entre los mortales está contado y que por lo general cumplimos en casi todos los rubros aquel famoso ciclo de nacer, crecer, reproducirse y morir. En lo personal ese punto de vista aunque muy verdadero, me hace sentirme un poco salvaje, muy simplista. Yo en lo personal me siento más identificado con otro tipo de ciclos que la naturaleza nos brinda: las 4 estaciones del año.

La primavera se relaciona rápidamente con el nacimiento, es símbolo de vida y es cuando las plantas crecen, las hojas vuelven a los árboles y los días comienzan a ser más largos. Es como el recibir a un nuevo bebé, verlo crecer y ver como va aprendiendo primero a conocerse a si mismo y luego al mundo que le rodea. Todo es alegría y jovialidad en ambos sentidos.

Luego viene el verano, es la época que nos invita a salir a los exteriores, recorrer las calles, los campos. Es sinónimo de buen clima, de algarabía en la naturaleza, cuando todo es verde y soleado. Entre nosotros sería el equivalente a la juventud, cuando dejamos de ser niños y todo es diversión, convivencia, aprendizaje y base de nuestro futuro. Cuando pensamos principalmente en pasarla bien y no nos preocupamos tanto de otras cosas.

Después nos encontramos con el otoño, es una etapa donde la naturaleza deja atrás esos días de fiesta multicolor y comienza la caída de las hojas de los árboles, los días comienzan a ser más cortos, el entorno se convierte en un lugar más frío que se prepara para el invierno. Esto reflejado en la edad de las personas, es cuando nuestro cuerpo comienza a presentar los primeros síntomas del tiempo, no muy notorios pero que nos dejan saber que el tiempo no pasa en vano. Al igual que las hojas, nuestro cabello cae, o quizás alguna parte de nuestro cuerpo pierde su firmeza. Las arrugas se van volviendo más notorias y las canas comienzan a pintar nuestro cabello. En lo emocional se nota una estabilidad y se sabe lo que se quiere, ya no se pierde el tiempo en otras cosas del verano.

Y finalmente llegamos al invierno, que es la época de frío, donde los días son más cortos y el clima más adverso. Los árboles se yerguen deshojados a la espera de un mejor momento para reverdecer. Los días son más cortos y es cuando buscamos el refugio en cosas más simples, necesitamos del calor del hogar y para algunos es un momento que les cuesta trabajo aceptar. Es la parte en que nos hacemos viejos, cuando las fiestas ya no son lo que eran en el verano, que necesitamos mayor tranquilidad y que nuestro cuerpo no puede dar más de lo que daba antes.

Hay muchas otras cosas que podría relacionar entre las estaciones del año y nuestras etapas de la vida, pero me gustaría que tu mismo lo valoraras dentro de tu propia vida. En lo personal y si consideramos el promedio de vida para los hombres, yo me encuentro en los albores del verano, estoy entre la etapa donde la fiesta deja de ser lo importante y el cuerpo comienza a pasar la factura.

Creo que estas comparaciones no son para entristecer ni hacer sentir mal, en realidad la naturaleza es sabia y cada estación tiene algo que mostrarnos, algo que enseñarnos y algo que gozar de ellas. Yo disfruto muchísimo del verano, pero el otoño es una estación que me gusta bastante, me encanta ver como las hojas de los árboles caen para dar paso al frío invernal. Me gusta ver como los días se van acortando y el clima se va transformando poco a poco.

No se si yo en mi vida esté en un verano-otoño, pero se que estoy muy feliz de lo que soy y en lo que estoy viviendo, no lo cambiaría por nada.

Hoy es un día en que debo agradecer un año más de vida, un año más de aprendizaje y del cariño que me rodea. Gracias vida por darme esta oportunidad...

¡Feliz cumpleaños para mi!!